Estamos asistiendo a una revolución continua que, por un lado, nos sorprende con nuevas aplicaciones útiles para el día a día; y, por el otro, nos hace vivir la incertidumbre de no saber hasta qué punto nos terminará afectando, por ejemplo, a la hora de mantener nuestros puestos de trabajo. Es posible que las máquinas acaben jubilando de manera anticipada a quienes tienen trabajos muy mecánicos, pero los profesionales de la cerrajería nos hemos sabido adaptar a los tiempos. El sector avanza, diversifica su catálogo, renueva conocimientos con formación continua y, en definitiva, se concentra en ir mejorando algo tan esencial como la seguridad en el hogar.
Renovarse o morir: una máxima en cerrajería
Un ejemplo de esta evolución son las cerraduras electrónicas, que cualquier empresa de cerrajería que se precie instala hoy día. Sirven para controlar a distancia la apertura de una puerta, desde un portero automático o desde un punto de control, y pasan por diferentes tipos: de embutir, de sobreponer, para puertas cortafuego y más.
Un ejemplo es la cerradura invisible Remock Lokey con cuatro mandos, novedosa, sin elementos visibles desde el exterior, que ayuda a incrementar la protección y tiene una distancia efectiva de hasta 10 metros de distancia. Se puede instalar en cualquier puerta, ventanas incluso, fijándose con tornillos en puertas de madera o metal y con un adhesivo extra fuerte en puertas de cristal. Siempre en interiores.
La disponibilidad como valor principal
Al margen de la tecnología, hay cosas que nunca van a cambiar en el gremio de la cerrajería, como es el firme compromiso de garantizar el bienestar de las personas. Eso se traduce en un servicio integral que va más allá de la instalación de cerraduras, y abarca servicios imprescindibles como la cerrajería 24 horas.
Más de 20 años de experiencia, la confianza de marcas como Mapfre u Ocaso y la continua adaptación de la que hablábamos, desde luego, dan garantías.